lunes, 10 de noviembre de 2008

Cuentos y contados VII

Desde hace algunos años, Francisco hacía un ejercicio mental para tratar de ubicar las respuestas a los comportamientos humanos, se enfocaba en los libros de psicoanálisis, era casi un discípulo de Freund, pues devoraba los escritos y los leía una y otra vez.


Y entonces su vida cambió de esa monotonía, cuando conoció a la doméstica de la casa vecina, que se encontraba por las mañanas los lunes, cuando él salía a correr en las calles de la Residencial.


Fué como si hubiera descubierto un nuevo tipo de comportamiento fresco y a la vez candente, esa muchacha vestida con vestido largo y sandalias tiene una forma de atracción diferente.


En la fluidez y frescura del mes de noviembre, Maricela se acercaba a su trabajo, sin pensar que cerca de ahí, había alguien que le interesaba su comportamiento.


Francisco ya pensando en ella, se animó a autoanalizarse desde la noche de un sábado, para entender el porqué a la fecha estaba solo, cómodo, escuchando música y disfrutando de un café en su sofá, con un papel y lápiz escribiendo su propio autoanálisis...

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