jueves, 5 de marzo de 2009

Semana extraña – 2ª Parte

Inicia la verdadera travesía. Centro de San Salvador, desde el Palacio Nacional tengo que cruzar ese cachimbo de calles para llegar al Parque Cuscatlán.

Una cuadra adelante llevo, cuando llama mi atención un salvadoreño moderno, gordo, cuya camisa azul revela un gran símbolo. No es el escudo de El Salvador lo que lleva puesto, sino una gran hoja de marihuana estampada que cubre su ancho cuerpo. Seguí adelante, de no ser porque el dedo meñique aún punzaba de dolor, pensaría que estoy en un cuento.

Es que cada vez que se avanza por dicha calle, se encuentran más y más mujeres hermosas, que parecen esculturas o dibujos extraídos de una obra de Fernando Botero.

Y los veo ahí hombres y mujeres por igual, anunciando la mercancía, algunos arrastrando canastos a la orilla de la calle, con los carros avanzando lentamente entre los muchísimos que son, y las muchas veces que se cruzan la calle de un lado a otro, percibiendo un leve tinte de menosprecio con los que tratan.

Deja algo en que pensar que una inmensa mayoría pase por ese trabajo de sol a sol, anunciando pupusas, refrescos, dulces, ropa, zapatos, cargadores para celular, celulares, discos, con un trabajo casi despreciado e incomprendido. Y cada día se van haciendo más y más.

Mientras me alejo del lugar, pienso que así nos alejamos de nuestra realidad, disminuyendo nuestra capacidad para apreciar y comprender que la población quiere trabajo, pero no encuentra adonde trabajar legalmente.

Pensando en esto llegué al parque y me escurrí buscando la ruta al trabajo.

1 comentario:

Clau dijo...

te faltó aclarar si fuiste a pie o en carro...eso hace la experiencia totalmente diferente.