Años antes fué con sus amigos, a observar y fotografíar las carrozas, los combos, grupos, chanchonas y orquestas que se dan cita a este lugar oriental de El Salvador.
Es que en esa noche, sobran por todos rumbos mujeres que sin conocerle, perfectamente maquilladas bailaban hasta las 3 o 4 de la madrugada, al compás de la salsa, cumbia, boleros, etc.
No tenía quejas, ya que el año pasado, le fue bien, se encontró con varias muchachas que también llegaron de San Salvador y de Estados Unidos, directamente para divertirse. Aunque no era un experto en los bailes, disfrutaba el momentos en medio de tanta gente y terminaba la madrugada en compañía de sus amigos y conocidos, sentados en la calle escuchando cualquier grupo interpretando canciones de los adultos jóvenes.
Carlos previendo la situación de años anteriores, reservó habitación del hotel con anticipación, para tener todo listo y disfrutar del carnaval, pero el jueves por andar jugando fut, se dobló el pie, que se le inflamó, y ni con doble puesta de hielo picado el pie de trucutú se le desinflamó. Allá en San Miguel, Verenise una migueleña preciosa, alta, con cuerpo de sirenita, le había prometido llegar desde los EU, directamente para bailar con el.