De viaje en bus

Inicie la travesía el sábado, quise escribir una entrada en el blog pero no tenía mucho tiempo, Saldría en un bus interdepartamental casi al mediodía (12:45 p.m). Llegué a la terminal de oriente y telefonee comunicando que el viaje iniciaba sin problemas. Ella me advirtió que me levantara por un momento, pues el viaje dura más de 3 horas. (Por costumbre, mantenerme quieto es complicado, salvo que tenga sueño, tenía sueño). 3 horas es poquito dije.

Fue el mp3 quien me acompañó durante 3 horas, con excepción de un receso en San Vicente, donde aproveché para comer la mitad de una papaya (eran casi las 2 pm) y desde ahí hasta que mi espalda empezó a quejarse (cerca de las 4 pm), me acomodé de varias formas mientras observaba por la ventana el atardecer.

En el bus proyectaba “El ninja americano” una vez concluyó la película, en el bus iniciaron las canciones de antaño. Lo cómico es que se escuchaba una canción romántica, y luego cambiaban a merengue o ritmo de banda. Como no conocía las letras de las canciones, pues me dediqué a sonreír. Mientras la persona a mi lado dormía placenteramente.

Eran ya las 4:45 p.m. Al parecer el bus se tardó más de lo necesario. Mi paciencia es enorme, pero también me inquietaba la hora y el hecho de no tener idea de donde estaba. Es parte del espíritu de aventura y estoy de vacaciones – pensé. En ese momento recibí una llamada, era ella preguntando por donde estaba. Claro, yo no sabia donde estaba. Pero le dije que le llamaría al llegar al punto de buses.

5 minutos más tarde aterrizaba, no había donde perderse, durante la conversación me dijo: Te bajás hasta que del bus baje toda la gente. Esperé un momento, y cuando me vi solo, me comuniqué con ellas, estaban bastante cerca. Por lo que mientras hablábamos, observaba una estampa preciosa a mis espaldas.

Era el sol del atardecer, haciéndose cada vez más rojo. Una de las experiencias más gratificantes había comenzado.